Hace más de tres meses que no escribo. Para los que sabéis de mi por Facebook, he estado viviendo una temporada en Chile, donde trabaja mi marido. El viaje, que inicialmente, iba a aclarar mi situación actual, no ha dado en general estos frutos. Todo viaje, en realidad, supone una "huida" de la situación que uno tiene en su presente, y en la mayoría de las ocasiones se produce un acercamiento mayor a dicho presente, porque recordemos, que todos viajamos con nosotros mismos y luego con los demás y lo demás.
Y a la vuelta se ha producido el "inesperado" pero en realidad esperado reencuentro. Un reencuentro que en mi caso suponía una despedida.
No sé si queda mucho pero voy a perder mi casa, como le ha sucedio , le sucede y le va a suceder a muchas personas a lo largo de la historia de la humanidad. Algunos le denominan hogar, pero la verdad, lo que perdemos es una estructura física, rellena de muchas cosas. Algunas de ellas configuran un escenario de lo que nosotros creemos nuestro hogar, pero la mayoría son el "atrezzo" de esta representación que denominamos vida.
Cierto es que algunas sí han marcado nuestra existencia, pero es cuando vamos a despedirnos de ellas, bien porque las vendemos o bien porque las encerramos, que no guardamos, en una caja, cuando apreciamos el valor real que contienen. Es en el momento de la despedida cuando nos reencontramos con su significado y por arte de magia lo que iba a ser un encierro, se convierte en un simple descanso. Aunque nunca vuelvan a salir de la caja, las reviviremos en otras "hermanas cosas" que adquiriremos a lo largo del resto de nuestra "nueva vida".
Las cosas no son hasta que nosotros no las hacemos ser. Ser es una palabra mayor, mejor sería decir, están presentes, y tenemos esa capacidad que no reconocemos. Nosotros "somos", estamos siempre "presentes", las cosas son pasado o futuro. Sólo nos sirven para que en nuestro presente tengamos el leve recuerdo de como estuvimos en el pasado y podamos seguir estando en el futuro, para que en ocasiones, hagan tangible nuestra existencia, el ESTAR, más que el SER.
Despedida y reencuentro, de nuevo, aunque pueda se paradógico, las dos caras de la misma moneda. Sufrimiento y alegría.
¿Cúal eliges? Difícil. En verdad, no hay elección. Ambas forman parte de la vida, del estar en el tiempo. Yo me quedo con seguir "siendo", con ser capaz de experimentar las dos emociones al mismo tiempo.